By Alejandro Cruz / Publicado Ene. 18, 2025 a las 3:41 pm
Los vertebrados aparecieron también por primera vez en el mar. El primer ser dotado de un esqueleto con vértebras fue probablemente el Ainiktozoon, del que se han hallado algunos restos fósiles.
Su cabeza formaba un todo con el cuerpo, y las vértebras eran muy rudimentarias.
De él derivaron, al parecer, los primeros peces vertebrados que habitaron las aguas. Se trataba de animales dotados de coraza y carentes de mandíbulas.
Rebuscaban los alimentos entre el lodo del fondo, manteniendo la boca siempre abierta.

E
ntre los peces aquí representados son especialmente dignos de mención el Cephalaspis con un escudo cefálico óseo y aplanado y un cuerpo recubierto de escamas; y el Jamoytius, en forma de torpedo y con pliegues laterales.
Su evolución hacia las formas actuales fue bastante rápida, hasta el extremo de que en los períodos sucesivos ya encontramos muchos peces de aspecto relativamente parecido al de las especies actuales.
En la época de la aparición del Ainiktozoon, las aguas marinas eran un hervidero de vida. Ya existían los primeros moluscos bivalvos, similares a las ostras actuales, y abundaban muchísimo los corales primitivos, cuya forma era muy distinta a la de los actuales (en realidad parecían flores de pétalos trans-parentes).
Vivieron y murieron creciendo unos sobre otros y acumulando sus conchas en estratos muy altos, que más tarde se transformaron en roca. Hay montañas enteras formadas por este tipo de rocas.
¿Cuándo albergó el mar a los peces provistos de coraza?
En la época en que sobre la Tierra prosperaban los bosques que más tarde darían lugar a los yacimientos de carbón, en el mar se iban desarrollando nuevas especies de animales vertebrados.
Los primeros peces, como el Ainiktozoon, carecían de mandíbulas y, por consiguiente, no podían masticar. Con la boca constantemente abierta, estaban en condiciones de ingerir sólo presas muy pequeñas.
Pero hará unos 120 millones de años aparecieron nuevas formas de peces provistos de mandíbulas y de dientes.

Se pudo demostrar así que los calecantos habían sobrevivido por espacio de más de 70 millones de años. Al capturarse más ejemplares se han obtenido numerosos datos acerca de ellos.
Su cabeza, muy ancha, se hallaba recubierta por gran número de placas óseas adornadas con tubérculos.
La parte anterior del cuerpo estaba también cubierta por una envoltura ósea.
Por lo general, estos animales eran de reducidas dimensiones: no superaban el medio metro. Pero existían asimismo auténticos gigantes, como el Dinichthys, que medía hasta seis metros.
Más tarde aparecieron los peces exentos de coraza, que podían respirar tanto con las branquias como con los pulmones.
La aparición de los primeros animales
Hay que aguardar hasta el período en que la Tierra quedó invadida por las plantas, para poder hallar las primeras huellas de animales capaces de vivir fuera del agua.
Ademas es lógico que así sea, puesto que en la cadena de la vida, antes que los carnívoros están los herbívoros, sin los cuales no podrían disponer de alimento los animales que se nutren de carne, y antes que los herbívoros están las plantas, que constituyen el alimento indispensable de estos seres vivientes.

Hace unos 400 millones de años la Tierra se hallaba totalmente recubierta de verde. Incluso en las zonas donde el terreno era rocoso y virgen, las algas y los líquenes se habían encargado de cubrirlo, creando así las condiciones necesarias para el desarrollo de plantas más evolucionadas.
Así pues, el ambiente ya estaba dispuesto para acoger a los primeros animales y ofrecerles alimento y refugio. Y los animales aparecieron.
No sabemos cuándo, pero estamos seguros de que procedieron del agua, abandonando los fondos marinos y aventurándose por tierra.
Probablemente, los primeros animales terrestres fueron escorpiones, arañas, cucarachas y ciempiés, descendientes todos ellos del escorpión marino y muy parecidos a las formas que tienen hoy.

Con las cucarachas empezaron a palpitar en el aire las primeras alas. Otros animales aprendieron también muy pronto a volar.
Se trataba, por lo general, de pequeños insectos de formas bastante distintas a las actuales, como el Stenodictya, de seis alas, cuyo fósil ha llegado hasta nosotros encerrado en una marga que se remonta al período Carbonífero.
¿Cuándo se convirtieron los peces en anfibios?
En tiempos lejanos, más o menos en la época de los grandes bosques del Carbonífero, algún pez perteneciente a familias primitivas se encontró, como consecuencia de una súbita mutación natural, con que su cuerpo tenía.
Además de las branquias, unos pulmones rudimentarios que le permitían utilizar directamente el aire de la atmósfera, en lugar de verse obligado a filtrar a través de las branquias el oxígeno del agua.
Gracias a ello, estos peces podían permanecer a ratos con la cabeza fuera del agua, respirando directamente el aire y dirigiéndolo hacia los pulmones.
Alguno de ellos, asomando la cabeza junto a la orilla, había acabado en la playa, empujado por una ola repentina.

Si hubiera sido un pez normal hubiera muerto inmediatamente por asfixia, pero los pulmones le habían ayudado a sobrevivir, hasta conseguir arrastrarse de nuevo al agua.
Fueron los primeros contactos de los animales vertebrados con un ambiente nuevo y completamente hostil, aunque muy pronto sus experiencias fuera del agua les resultarían de gran utilidad.
Cuando, a causa de una nueva elevación de los continentes, algunas lagunas se secaron, grandes cantidades de peces murieron en el barro cada vez más árido.
Sin embargo, las pocas especies afortunadas que estaban provistas de un esbozo de pulmones, lograron sobrevivir. Para salvarse, estos peces se arrastraron trabajosamente sobre sus aletas, hasta llegar a otras cuencas de agua.
Alguno debió detenerse en la tierra seca, bajo la sombra de algún arbusto, primero muy poco rato, pero después durante períodos cada vez más largos.
Este fue probablemente el origen de los primeros animales anfibios, que en los terrenos pantanosos hallaron unas condiciones ideales de vida.
Los anfibios que dejaron en las rocas las huellas fósiles más anti-guas, fueron los estegocéfalos, que presentan señales evidentes de su estrecho parentesco con los peces.
No se sabe con exactitud si poseían todavía ale-tas, pero es indudable que su cuerpo se hallaba revestido de escamas, como el de los peces.
A veces, en algunas especies, las escamas se hacían más densas en el vientre, desarrollándose muchísimo y soldándose entre sí hasta formar una dura coraza.
Esta eficaz protección del vientre resultaba muy útil cuando los estegocéfalos, carentes todavía de extremidades, se arrastraban por el suelo para desplazarse de un lugar a otro.
Los fósiles de estos primeros anfibios se encuentran en las rocas del período Devónico y son muy numerosos en el Carbonífero y el Pérmico.
Desde los que tenían pocos centímetros hasta los que alcanzaban varios metros de longitud, los estegocéfalos presentaban una gran variedad de formas, como si la naturaleza, tras de un largo período de represión.
Hubiera estallado finalmente y se hubiera desahogado creando inmediatamente gran cantidad de formas distintas.
Estos animales vivían parte del tiempo en tierra y parte en el mar: de ahí que el adjetivo de “anfibio” les cuadre a la perfección, ya que proviene de un término griego que significa “doble vida”.
Sobre la tierra se arrastraban igual que nuestras lagartijas, vagando entre los árboles en busca de insectos y de otros animalillos.
Pero nunca se alejaban demasiado de la orilla, pues todavía no habían empezado a producir huevos de cáscara dura, que pudieran depositar sobre la tierra, y se veían obligados a regresar al agua en la época de la reproducción.