Las conquistas y reformas de Napoleón Bonaparte

By Alejandro Cruz / Publicado Ene. 25, 2025 a las 11:41 pm

En la época de los grandes veleros de guerra, la dirección y las variaciones del viento eran a menudo elementos decisivos para el resultado de una batalla. 

Pero no todos saben que también en Marengo, donde Napoleón derrotó al ejército austríaco, el viento fue de importancia decisiva. 

Después de poner pie en Italia tras la campaña de Egipto, Napoleón tuvo que habérselas con un fuerte ejército austríaco que se encontraba en Alejandría.

Esta vez el gran general no fue fiel a sus principios: al divisar la ciudad, y tras de haber acampado en las cercanías de la aldea de Marengo, envió al general Desaix con un fuerte contingente de tropas para impedir que los austríacos se alejaran, dividiendo así sus propias fuerzas.

Oficial de dragones austriaco 1805

De este modo, la mañana del 14 de junio del año 1800, el general Melas al frente de 40.000 austríacos, abandonó Alejandría para dar batalla, y Napoleón sólo pudo oponerle 15.000 hombres. 

Napoleón Bonaparte (1769-1821) fue un líder militar y político francés que se destacó por su ascenso meteórico al poder y su influencia en la historia de Europa. 

Nació en Córcega y, a pesar de su origen humilde, se graduó de la academia militar francesa. Durante la Revolución Francesa, rápidamente escaló en las filas del ejército, ganando notoriedad por sus victorias en Italia y Egipto.

Bonaparte envió mensajeros a Desaix, a pesar de constarle que las probabilidades de éste para llegar a tiempo hasta él eran muy escasas. 

La batalla empezó a las ocho de la mañana y a las cinco de la tarde Napoleón ya la había perdido. Melas regresó a Alejandría para comunicar la victoria.

Soldados del ejército francés del siglo XIX

Pero he aquí que de pronto, entre una nube de polvo, apareció Desaix que acudía a marchas forzadas en auxilio de los franceses. La suerte se invirtió y los austríacos cedieron ante la presión de las tropas de refresco. ¡Napoleón venció! 

Y venció precisamente gracias al viento: en efecto, Desaix no había recibido sus mensajes, ipero había escuchado el fragor de los cañones transportado por el viento!

¿Cuándo simuló el almirante Nelson que no se estaba muriendo?

Trafalgar es, posiblemente, una de las batallas más conocidas y famosas de la historia. En las cercanías de Cádiz, donde tuvo lugar el encuentro, los ingleses infligieron un golpe mortal al poderío napoleónico.

No todo el mundo sabe, sin embargo, que la base de la victoria ingles fue un engaño, una astuta simulación digna de Nelson, el enemigo más acérrimo de Bonaparte.

En efecto, en medio de la violenta batalla, el bajel francés Redoutable consiguió abordar a la Victory, embarcación capitana de Nelson. 

Los franceses fueron rechazados tras un violento combate, pero Nelson había resultado herido de muerte. 

Grandes caravana galeras que fueron parte importante de las batallas de Napoleón

Si en aquellos momentos, tal como exigen las normas marineras, hubiera sido arriada la insignia de la embarcación capitana inglesa, se hubiese corrido el peligro de que los demás buques británicos abandonaran la batalla precisamente en los instantes decisivos. 

Pero Nelson prefirió no dar a conocer la noticia, induciendo a los demás a creer que todavía seguía al mando de la flota.

Sólo al finalizar la victoriosa batalla se enteraron los ingleses de la desaparición de su almirante, enemigo de Napoleón incluso más allá de la muerte

La caída de Napoleón Bonaparte y su imperio

La batalla de Waterloo, que condujo a la caída del imperio napoleónico, ha pasado a la historia por la salvaje violencia de los combates, que se prolongaron con vicisitudes adversas por espacio de tres días, invirtiendo en ellos centenares de miles de hombres. 

El ejército de Napoleón disponía de 120.000 hombres y 570 cañones, mientras que los angloprusianos de 220.000 hombres y 500 cañones.

Hasta la puesta del sol del tercer día, en la llanura de Haye Sainte, Bonaparte hubiera podido salvar su imperio. Hacía más de doce horas que, sin comer ni beber, los soldados de ambos bandos se estaban exterminando. Pero las posiciones iniciales no habían variado.

Son las siete de la tarde: después de varios intentos, espaciados a lo largo de toda la jornada, los franceses se adentran en el llano de Mont-Saint-Jean. 

Napoleón, a pesar de que los prusianos están pisándole los talones, tiene la victoria en sus manos. Bastaría lanzar a la Vieja Guardia, la punta de diamante de su ejército.

Pero, por primera y última vez en su vida, el emperador vacila; y cuando ordena el ataque, al cabo de una hora, ya es demasiado tarde. 

Los prusianos se han unido a las líneas inglesas, y el ataque francés es rechazado.

Soldado del 92 Higlanders (izquierda), Sargento del 92 Higlanders (derecha)

El atardecer del día 18 de junio de 1815 es testigo de la matanza de la Guardia imperial y de la caída de un mundo. Una hora de vacilación cambió el curso de la historia.

Tras su derrota en la batalla de Leipzig (1813), fue exiliado a la isla de Elba, pero escapó y regresó a Francia por un breve período conocido como los Cien Días

Fue finalmente derrotado en la batalla de Waterloo (1815) y exiliado a la isla de Santa Elena, donde murió en 1821. 

Napoleón dejó un legado duradero, incluyendo el Código Napoleónico, que influyó en sistemas legales de muchos países.

¿Cuándo nació la potencia militar de Alemania?

Alemania nació un lluvioso día de julio de 1866. Prusia y el Imperio austríaco se hallaban en guerra por el dominio de los principados Alemanes. 

El ejército prusiano, tras haber ocupado los territorios que integran la actual Alemania occidental, se dirigía hacia el sur dividido en tres secciones. Le aguardaba un poderosísimo ejército austríaco.

Vencieron los prusianos y vencieron por un error propio. Al mando del ejército prusiano se encontraba

Moltke, habilísimo y testarudo estratega, que se había trazado un plan muy preciso: mantener separados los troncos de su ejército en el transcurso de la marcha, para reunirlos después y entrar en batalla.

Pero el príncipe Carlos, al mando de una de estas columnas, era de otra opinión: así, al establecer contacto con el enemigo, se unió a la columna más próxima y se lanzó al ataque en condiciones de inferioridad. 

La derrota parecía segura, pero Moltke supo sacar provecho de la situación.

Ordenó a la columna atrasada que avanzara a toda prisa y, mientras el príncipe Carlos atacaba el grueso de los austríacos, Moltke esperó con toda confianza. 

Hacia el anochecer, cuando la situación ya parecía desesperada, llegaron los refuerzos y los austríacos fueron derrotados.

Por un error de maniobra concluía felizmente una de las más brillantes operaciones militares que señalaron el comienzo del gran poderío alemán.