¿Cómo se empezó a estudiar las migraciones?

By Alejandro Cruz / Publicado Ene. 13, 2025 a las 6:33 pm

Las migraciones de los pájaros ya eran conocidas en la Antigüedad, pero su estudio sistemático sólo se inició en el siglo pasado, cuando el danés Christian Mortensen inventó el sistema del anillado.

La idea era muy sencilla. Se trataba de capturar un gran número de pájaros vivos y ajustar a la pata de cada uno de los volátiles un anillo metálico en el que figurase un número y el nombre de la estación de anillado.

Después, los pájaros eran soltados para que siguieran sus rutas migratorias. Quienquiera que capturara más tarde a dichos pájaros tenía que comunicarlo a la estación, donde al estudiar el lugar y el tiempo de la captura podrían obtenerse importantes datos acerca del comportamiento de las distintas especies.

Los pájaros fueron uno de los primeros animales que comenzaron a hacer migraciones por los cambios climáticos.

El sistema resultó eficaz, aunque sólo se recuperara un número algo superior al uno por ciento de los pájaros anillados.

Las estaciones de anillamiento se difundieron por todas partes, y hoy son bastante numerosas. En España existen algunas.

Conociendo el lugar de la partida y el de la captura de las distintas aves, fue posible averiguar con exactitud las rutas que éstas seguían normalmente para emigrar de norte a sur y viceversa.

Fue posible, además, conocer la velocidad media de desplazamiento, que resulta ser notablemente inferior a la del vuelo normal.

Un halcón, por ejemplo, puede abatirse sobre la presa a 290 kilómetros por hora, pero durante las migraciones no supera el promedio de los 77 kilómetros por hora.

Los primeros estudios de las migraciones de los animales

Los primeros estudios sobre las migraciones de animales datan de siglos atrás, aunque la investigación científica sistemática sobre este fenómeno comenzó a desarrollarse más claramente en el siglo XIX.

Sin embargo, el estudio de las migraciones animales ha sido un campo amplio, involucrando diversas disciplinas como la biología, la zoología, la ecología, y la fisiología.

Observaciones tempranas (Antigüedad y Edad Media)

Desde tiempos antiguos, las migraciones animales fueron observadas y documentadas por naturalistas y filósofos. Los antiguos griegos, por ejemplo, ya mostraban un interés por las migraciones de aves.

Aristóteles (384–322 a.C.) mencionó las migraciones de aves en su obra Historia Animalium, señalando que algunas especies se desplazaban de un lugar a otro, pero sin comprender aún el mecanismo detrás de este fenómeno.

El filósofo romano Plinio el Viejo (23–79 d.C.) también dejó escritos sobre el movimiento estacional de ciertos animales.

Investigaciones del Renacimiento y la Edad Moderna (Siglos XVI – XVIII)

En los siglos XVI y XVII, el interés por el estudio de la naturaleza creció enormemente. Los naturalistas y exploradores comenzaron a documentar más detalladamente los movimientos de los animales.

Por ejemplo, en 1598, el naturalista inglés William Turner publicó su obra The History of Birds, en la que discutía las migraciones de aves.

Durante este período, los estudios de migración eran aún mayormente observacionales y especulativos, pero con el tiempo se empezó a hacer evidente que ciertos animales realizaban desplazamientos estacionales.

Siglo XIX: La Revolución en el Estudio de las Migraciones

En el siglo XIX, las observaciones sobre migración animal comenzaron a sistematizarse, y la ciencia de la biología moderna empezó a despegar.

Durante esta época se realizaron importantes avances, en parte gracias a la teoría de la evolución de Darwin, que impulsó el interés por estudiar los comportamientos animales y cómo las especies se adaptan a su entorno.

Ernst Haeckel (1834–1919), un zoólogo y filósofo alemán, fue uno de los primeros en describir sistemáticamente algunos de los patrones migratorios de animales, utilizando métodos científicos y clasificando a las especies migratorias.

Siglo XX: Avances en la tecnología y comprensión de las migraciones

Con el siglo XX llegaron avances tecnológicos y metodológicos que transformaron los estudios sobre las migraciones de animales.

Radioseguimiento y anillado de aves: A partir de la década de 1900, los estudios de migración animal comenzaron a usar nuevas técnicas, como el anillado de aves, que permitía seguir los desplazamientos de las especies de un lugar a otro.

Los anillos de identificación, colocados en las patas de las aves, ayudaron a los científicos a registrar rutas migratorias y patrones de movimiento, lo que fue un avance crucial en la investigación sobre migración.

Cuándo exploró el hombre por primera vez los abismos marinos

Cuando Jacques Piccard descendió, en 1960, con su batiscafo Trieste, hasta los 11.521 metros de profundidad en el fondo del mar, pudo admirar un espectáculo del que ningún ojo humano había gozado jamás antes que él. Era un espectáculo deslumbrante.

Hacía tiempo que se conocían algunos peces abisales capturados en las profundidades mediante redes especiales. Pero dichos animales llegaban a la superficie muertos y desfigurados a causa de la enorme diferencia de presión de! agua.

La de Jacques Piccard, en cambio, fue una experiencia nueva. Nadie les había visto vivir y moverse en su ambiente de los misteriosos abismos marinos, a los que jamás llega ni el más leve reflejo para iluminar la noche sin fin.

Los reflectores del batiscafo de Piccard iluminaron una escena fascinante. Frente al haz de luz pasaban criaturas extrañas y misteriosas: peces dotados de puntos luminosos en sus costados, cual portillas iluminadas de un trasatlántico.

Esto es lo que se llegó a conocer como los primeros medios de exploración de la vida marina

Peces de enormes ojos saltones; peces de cuerpo tan transparente como el cristal; monstruos de boca enorme y afilados dientes; animales que provocaban descargas eléctricas; pequeños peces voraces que ingerían presas de tamaño cinco veces superior al suyo, hinchando inverosímilmente el viente.

Insensibles a la presencia del batiscafo, aquellos seres terribles se atacaban unos a otros y se devoraban entre sí, acuciados por un apetito insaciable.

Sin embargo, estos animales casi siempre son ciegos y se orientan hacia las presas merced a unos sensibles tentáculos.

Otros poseen en el cuerpo varios puntos luminosos, no para iluminarse el camino como pudiera pensarse, sino para atraer a los peces más pequeños y capturarlos así fácilmente. Pero no todos son depredadores.

Primeras personas que se adentraron a la vida marina en submarinos.

Buena parte de ellos se alimentan de las criaturas muertas que descienden desde los estratos superficiales del mar.

La afición que había impulsado a Jacques Piccard a explorar los fondos marinos era, por así decirlo, “un mal de la familia”.

Su padre Auguste había descendido en 1953 a más de 3.000 metros de profundidad en las aguas de la isla de Ponza.

El batiscafo estaba integrado por una cabina esférica de acero de 2 metros de diámetro, unida a un flotador lleno de lastre ligero (gasolina).

Por lo demás, estaba dotado de un aparato propulsor propio y no necesitaba permanecer unido a un buque de superficie, como ocurría en el caso de la batisfera.