La tierra y las estrellas que vemos puntear el cielo en las noches serenas se cuentan por millones. Pero aún son más numerosas las invisibles a simple vista, las que nos revelan los potentes telescopios que escrutan constantemente la bóveda estrellada.
Los miles de millones de puntos luminosos existentes en cada sector del espacio manifiestan la presencia de grandes agrupaciones estelares llamadas galaxias.
Nosotros, con nuestro pequeño mundo, pertenecemos también a una galaxia: en efecto, el Sol a cuyo alrededor gira la tierra, es una pequeña estrella que viaja a gran velocidad en la parte periférica de la galaxia en espiral que los antiguos llamaron Vía Láctea.
El resto de las estrellas que viajan con nosotros por el universo, y que pertenecen también a la misma galaxia, forman en el cielo una franja muy ancha y tan densamente punteada de luces que llega a crear en la noche una especie de resplandor lácteo, del que procede la denominación de “Vía Láctea”.
¿Cuándo y cómo se formaron estas estrellas?
No es fácil dar una respuesta exacta, pero parece ser que todas proceden de la concentración de gases incandescentes, la primera y más antigua ”materia” del universo. El sistema solar, por tanto, debió surgir de una nube giratoria de gases, que a su vez era una pequeñísima parte de la inmensa nube gaseosa de la que surgieron todas las estrellas de la Vía Láctea.
Según los estudios más recientes, nuestra Vía Láctea debió empezar a formarse hace más de ocho mil millones de años. Con el paso del tiempo, los gases que la integraban se condensaron en numerosos núcleos: las estrellas.
El Sol, que es la estrella más cercana a nosotros, debió empezar a formarse hace unos cuatro mil millones y medio de años. De las partes periféricas de la nube gaseosa que formó el Sol surgieron sucesivamente los planetas.
¿Cuándo nació la Tierra?
Si con la imaginación seguimos al revés la historia de la tierra, llegaremos a una época, alejada de nosotros centenares de millones de años, en la que sobre el planeta no había el menor rastro de vida.
Y si seguimos retrocediendo todavía más en el tiempo, llegaremos a una época misteriosa en la que la Tierra emergió como un balón de fuego de una masa de gases incandescentes, avanzando en el espacio y girando perennemente alrededor de la esfera luminosa del Sol.
Tal vez no lleguemos jamás a saber con exactitud cómo y cuándo nació nuestro planeta, pero su origen más probable debió ser el que suponemos: hace aproximadamente cuatro mil millones de años, en el interior de una nube giratoria de gases y partículas cósmicas, se condensaron algunos núcleos que poco a poco, y sin dejar de girar, se apropiaron de la materia circundante aumentando de tamaño.
El núcleo central dio lugar al Sol, mientras que de los demás núcleos nacieron los distintos planetas del sistema solar.
Por efecto de las enormes presiones y de la gravitación, las partículas cósmicas que iban contribuyendo a formar la Tierra se calentaron hasta alcanzar la incandescencia y ésta es todavía la materia que integra el núcleo interno de nuestro planeta.
¿Cuándo se solidificó la Tierra?
Una de las tareas más arduas de la geología ha sido siempre la de establecer la edad de la Tierra. Hasta hace unos cincuenta años los estudiosos disponían de muy pocos puntos de referencia con los que examinar este problema.
Podían saber, a través de oportunas observaciones, si determinada roca era más antigua que otra; pero cuanto más retrocedían en el tiempo tanto más nebulosos e inciertos resultaban sus conocimientos.
Gracias al descubrimiento del fenómeno de la radioactividad, la geología consiguió dar un gran paso hacia adelante en este campo.
Estudiando algunas substancias radiactivas se descubrió que, con el tiempo, éstas pierden su radiactividad, pero siempre dentro de unos períodos fijos e inmutables.
El uranio, por ejemplo, en el transcurso de un período de tiempo muy largo pierde las propiedades radiactivas y se transforma en plomo. Sabemos que un gramo de uranio tarda miles de años en producir 1/7.600.000 de gramo de plomo.
Sobre la base de este conocimiento seguro es posible calcular la edad de una roca que contenga uranio, comparando la cantidad de plomo que contiene con la cantidad de uranio presente.
Los estudios llevados a cabo en rocas radiactivas procedentes de todo el mundo han indicado que las más antiguas se formaron hace aproximadamente dos mil millones y medio de años. Es decir, que la corteza terrestre se solidificó hace unos tres mil millones de años.