Los primeros hombres que aparecieron sobre la Tierra no sabían cultivar las plantas ni criar a los animales, pero si empezaron a cultivar maíz, trigo y otras semillas.
Para procurarse el sustento, se dedicaban a la caza y a la recogida de los frutos y semillas que maduraban espontáneamente en los bosques.
Cuando hacía buen tiempo, no tenían que preocuparse: la caza era abundante y los árboles les ofrecían generosamente frutos y bayas de todas clases.
Sin embargo, cuando el sol aparecía débil en el horizonte y las primeras nieblas se cernían sobre los claros de los bosques, empezaban para el hombre primitivo los duros días del hambre.
Llegaba la nieve y los animales se ocultaban, las plantas aparecían des-nudas, los alimentos escaseaban.
Fue entonces cuando el hombre descubrió la utilidad de algunas plantas que podían salvarle del hambre.
Eran humildes plantas del bosque, que producían frutos secos, frutos que no se estropeaban a causa del mal tiempo, como avellanas, casta-ñas, bellotas y nueces.
En muchos palafitos se han descubierto cantidades de cáscaras de estos frutos, señal evidente de que los hombres primitivos los consumían en abundancia.
Los frutos del cornejo, planta muy común en nuestros bosques, eran también muy apreciados en tiempos prehistóricos, cuando el hombre primitivo no sabía cultivar la tierra y se limitaba a recoger los frutos silvestres.
En los palafitos del lago de Ledro se han encontrado cantidades increíbles de semillas de cornejo, mezcladas con el lodo del fondo.
Es indudable por tanto que los habitantes de los palafitos se alimentaban de estos frutos. Sin embargo, la cantidad de semillas es tan abundante que nos inducen a pensar en la posibilidad de otra finalidad: tal vez elaboraban alguna bebida alcohólica, mediante la fermentación de las bayas.
Cuándo se empezó a cultivar el trigo
¿Qué es un grano de trigo? Una cosa muy pequeña, de pocos milímetros de longitud. Pero, si se deposita en el terreno en condiciones adecuadas, este insignificante granito pone de manifiesto la maravillosa potencia de la vida que en sí encierra: la semilla se hincha, arraiga, le nacen hojas y da lugar a una nueva planta.
En el transcurso de pocos meses el granito se multiplica: nacen treinta, cuarenta granos nuevos, reunidos en una espiga y dispuestos a germinar en nuevas plantas y a multiplicarse.
Este fenómeno debió sorprender agradablemente a los primeros hombres, induciéndoles a convertirse en cultivadores, para poder disponer cada año de una cantidad suficiente de granos con los que alimentarse.
El cultivo del trigo es muy antiguo, hasta el extremo de que no se sabe en qué región de la Tierra empezó, ni de qué especie silvestre deriva la actual planta.
Según la hipótesis más verosímil, el cultivo del trigo se produjo por casualidad. En los primeros tiempos, los cavernícolas se limitaban a recoger los granos de cebada, trigo y centeno que crecían abundantemente en los claros.
Puesto que se trataba de un alimento que se conservaba mucho tiempo, llenaban con ellos sus bolsas de piel para alimentarse en el transcurso de sus frecuentes correrías por los bosques.
Antes de marcharse, sin embargo, no olvidaban arrojar algunos granos al suelo para homenajear a los dioses.
Cuando, transcurrido el duro invierno, volvían sobre sus pasos, descubrían asombrados que los granos arrojados al suelo habían germinado y dado lugar a nuevas plantitas llenas de espigas.
Así debió aprender el hombre a sembrar granos para obtener plantas. Y de esta manera, algunos hombres cazadores se convirtieron en agricultores, cultivando el trigo para el sustento de sus familias. El trigo se comía directamente en grano, o bien tostado al fuego.
Cuándo nacieron los tejidos
En las tumbas egipcias se han hallado algunas pinturas que representan el cultivo del lino y la preparación de las fibras textiles.
En aquellos tiempos debía utilizarse mucho la tela de lino, ya que las vendas que envuelven a las momias de las tumbas faraónicas están confeccionadas con este tejido.
La utilización del cáñamo para la confección de tejidos y cuerdas se remonta también a épocas muy antiguas.
Esta planta ya se cultivaba en el año 2000 a. de J.C. para obtener de ella aquellas fibras textiles que son más burdas que las del lino, pero a menudo más resisten-tes, hasta el punto de usarse también para la fabricación de cuerdas y esteras, además de tejidos.
La planta tiene aspecto de mata, con tallos de hasta dos metros de longitud y hojas profundamente lanceoladas y dentadas. Las flores se dividen en masculinas y femeninas, y están contenidas en distintas plantas.
Cuándo se conoció el olivo y se empezó a consumir
Cuando Noé, único superviviente del tremendo diluvio, vio regresar al arca a la paloma con la rama de olivo en el pico, supo que la cólera divina se había aplacado.
Eso cuenta la Biblia, y desde entonces el olivo ha sido considerado siempre símbolo de paz.
Muchos son los libros antiguos que citan al olivo entre las plantas más conocidas y cercanas a las vicisitudes del hombre. Ello indica que este árbol de preciado fruto ya se cultivaba en la más remota antigüedad.
En el palacio de Cnosos, en Creta, que se remonta a 3000 años a. de J.C., se han encontrado enormes vasijas destinadas a la recogida y conservación del aceite.
Los griegos fueron grandes cultivadores de olivo, planta que introdujeron también en Italia a lo largo de las costas meridionales.
El árbol del olivo posee una vida muy larga, a veces de milenios, pero nunca alcanza grandes dimensiones.
Su tronco es a menudo retorcido y nudoso. La copa presenta un característico color verde plateado por la presencia de unas diminutas escamas grises y brillantes en la cara inferior de las hojas. Los frutos son drupas carnosas, ricas en sustancias grasas.
Para el desarrollo del olivo es de vital importancia el calor del sol. De ahí que, aun cuando en los países nórdicos pueden encontrarse algunos ejemplares de esta planta, el terreno más adecuado para ella son los países meridionales, o en todo caso de clima templado cálido.
En California y Arizona existen vastas zonas dedicadas al cultivo del olivo.
Cuándo se aprendió a elaborar el vino
El cultivo de la vid en la cuenca del Mediterráneo posee orígenes muy antiguos, como antiguo es también el arte de la elaboración del vino. La Biblia se refiere a él en numerosas ocasiones, y cita a la uva como uno de los dones más preciosos de la Tierra.
Particularmente expertas en viticultura eran las poblaciones del sur de Italia, hasta el extremo de que los griegos llamaron “Enotria” a esta parte de la península, es decir, tierra del vino.
Al parecer la vid ya existía en Italia, en estado silvestre, antes de la aparición del hombre, y es indudable que los primeros habitantes de nuestro planeta se alimentaron con la uva que encontraban en los bosques, aunque sin saber cómo cultivaría.
Se tienen noticias de que la viticultura ya se practicaba en Sicilia por lo menos en el año 2000 a. de J.C. Este cultivo se difundió después a otras regiones, experimentando un gran desarrollo con la expansión del imperio romano.
Durante la Edad Media, el cultivo de la vid estuvo encomendado especialmente a los monjes. La uva, por último, se difundió mucho en el siglo XIX, tras haberse logrado reconocer y combatir con éxito las enfermedades más peligrosas de la vid.
En la actualidad Europa es la principal productora de vides, seguida de algunas regiones de Africa, Australia y Japón.
Dado que las variedades de uva son muchas, también son muchos los vinos que existen en el comercio, entre los cuales destacan por aroma y gusto los europeos. Las vides americanas no producen uvas apreciadas.
Cuándo se difundió el cultivo del granado
El granado, arbusto de hojas caducas que a veces puede adquirir aspecto arbóreo, es originario del Asía subtropical.
El extraño fruto de este árbol fue considerado, incluso en los tiempos más antiguos, como uno de los más importantes productos de las regiones mediterráneas.
Se lo menciona ya en la Biblia, y figura también en la mitología. Sus semillas, jugosas, dulces y del color del rubí, así como sus flores, han inspirado frecuentemente a literatos y poetas.
Además de las numerosas variedades de fruto producidas y cultivadas, existen algunas especies de flor doble, muy hermosas pero incapaces de dar fruto, razón por la cual sólo se cultivan con fines ornamentales.