By Alejandro Cruz / Publicado Ene. 25, 2025 a las 9:12 pm
En el transcurso de la guerra de los Siete Años, los ingleses, aliados de los prusianos, atacaron a los franceses en sus posesiones de Ultramar.
Una de las más importantes entre éstas era el Canadá, con la bellísima ciudad de Quebec, sobre el río San Lorenzo. En Quebec precisamente tenían los franceses una valerosa guarnición al mando del general Montcalm.
Pero Inglaterra ya había puesto los ojos en el Canadá. A finales del año 1759, una armada británica ascendió por el río San Lorenzo en dirección a la ciudad.
De las naves desembarcó un fuerte contingente de tropas al mando del general Wolff que puso sitio a la ciudad e intentó llevar a cabo un ataque de frente. La maniobra le falló, y en el transcurso de una encarnizada batalla, los ingleses fueron rechazados.

Wolff embarcó de nuevo a sus tropas y empezó a descender por el San Lorenzo, pero se trataba de una hábil estratagema.
En efecto, el general francés Montcalm se vio obligado a destacar un fuerte contingente de hombres al objeto de seguir la retirada de los ingleses, circunstancia de la que se aprovechó el general Wolff.
Ascendió a escondidas por el río, desembarcó en las proximidades de Quebec y atacó la guarnición debilitada.
Los franceses abandonaron la ciudad para ofrecerles resistencia, y durante toda la jornada del 13 de septiembre ambos ejércitos combatieron con análogo arrojo, hasta que finalmente vencieron los ingleses.
Como consecuencia de aquella batalla de importancia histórica para los americanos, Francia tuvo que renunciar a sus dominios sobre el Canadá, que se convirtió en una colonia inglesa.
La pérdida señaló el principio del declive del poderío colonial francés en América.
La ley de la América del Norte Británica
El punto de mayor relevancia es 1867, cuando Canadá se constituyó como una federación a través de la Ley de la América del Norte Británica, que unió las provincias de Ontario, Quebec, Nueva Escocia y Nuevo Brunswick en el Dominio de Canadá.
A partir de ahí, Canadá empezó a manejar sus propios asuntos internos, aunque aún formaba parte del Imperio Británico.

Sin embargo, no fue hasta 1982, con la Proclamación de la Ley Constitucional y la Carta Canadiense de los Derechos y Libertades, que Canadá realmente obtuvo control total sobre su constitución, lo que marcó su independencia completa del Reino Unido en términos legales, aunque la monarquía británica continuó como figura ceremonial en la persona de la Reina o el Rey de Canadá.
¿Cuándo derrotó un puñado de suecos al ejército ruso?
Ocurrió en Narva, pequeña ciudad del gélido golfo de Finlandia, durante el invierno del año 1700.
La pequeña guarnición de la ciudad, mil hombres aliados de los suecos, estaban siendo objeto del asedio de un ejército de 60.000 rusos que pretendían arrebatarle aquella al rey de Suecia Carlos XII.
El episodio constituye una de las páginas más gloriosas de la historia sueca y mundial.
Aquel año, el invierno era especialmente riguroso: la nieve había caído abundantemente y hacía intransitables las calles.
A pesar de ello, habiendo sabido el peligro en que se encontraban sus aliados de Narva, Carlos XII no vaciló en emprender la marcha para prestarles su ayuda.
La expedición, obstaculizada por el frío, el barro y la nieve, llegó a Narva el 20 de noviembre y, sin permitirse ni un momento de descanso, se lanzó al ataque de los rusos que asediaban la ciudad.
Contra los 60.000 soldados y los 145 cañones del zar, Carlos XII disponía únicamente de 37 cañones y 9.000 hombres. ¡Seis rusos por cada sueco!
Los auxiliadores se lanzaron al ataque, y los sitiadores, sorprendidos por la fogosidad y el valor del enemigo, se entregaron a una desordenada huida.
El derrumbamiento de un puente situado en el trayecto de retirada agravó la situación de los rusos, muchos de cuyos soldados fugitivos murieron miserablemente en las aguas heladas.
Narva y sus heroicos defensores se habían salvado, mientras que los rusos pagaron con 18.000 muertos el valor de los soldados suecos, entre quienes sólo se registraron 2.000 bajas.
Esta victoria representó para Suecia la supremacía en el Báltico.
¿Cuándo comenzó el poderío de los Estados Unidos?
Saratoga, 1777: nos encontramos en el clima candente de la guerra de independencia americana.
Los Chaquetas Rojas, símbolo universal de la potencia del Imperio británico, se hallan completamente desconcertados.
En efecto, tienen ante sí, no a un ejército regular, sino a un puñado de colonos decididos a defender sus propios derechos y dispuestos a todo con tal de expulsar a los ingleses de sus territorios.

Hasta aquellos momentos, sin embargo, no se habían producido más que encuentros marginales, choques con guerrilla.
Los ingleses estaban convencidos de que, una vez hubieran obligado a sus adversarios a combatir en una auténtica batalla, les vencerían fácilmente.
Pero no fue así. Tras haber descendido por el Hudson, los Chaquetas Rojas sufrieron una primera derrota a manos de los insurrectos en la batalla de Freeman’s Farm, viéndose obligados a replegarse en Saratoga.
Pero tampoco aquí les resultaron las cosas fáciles. Los insurrectos, al mando del general Gates, asediaron la pequeña ciudad y, tras violentos encuentros, consiguieron romper la resistencia enemiga.
El general Burgoyne no tuvo más remedio que solicitar la rendición y esperar que los norteamericanos le permitieran retirarse.
Gates no vaciló ni un solo instante: le constaba que los ingleses eran hombres de honor y, tras obtener de éstos la promesa de que jamás volverían a empuñar las armas contra los colonos, les permitió regresar a la patria.
Se inició así el poderío norteamericano, poderío que nació de un gesto generoso y humano que honra a vencedores y a vencidos.