By Alejandro Cruz / Publicado Ene. 28, 2025 a las 10:37 am
La Batalla de Midway fue un enfrentamiento naval crucial durante la Segunda Guerra Mundial, que tuvo lugar entre el 4 y el 7 de junio de 1942, en el Pacífico. Fue librada entre la Armada de los Estados Unidos y la Armada Imperial Japonesa.
Después del ataque japonés a Pearl Harbor y la conquista de varias islas en el Pacífico, los japoneses planearon una invasión de Midway, una isla clave que les permitiría expandir su control en la región.
Sin embargo, los estadounidenses, gracias a la inteligencia obtenida a partir de la descifrado de códigos japoneses, pudieron anticipar el ataque y tendieron una emboscada.
Durante la batalla, los Estados Unidos hundieron cuatro portaviones japoneses (Akagi, Kaga, Soryu y Hiryu) mientras que los estadounidenses perdieron el portaviones Yorktown.
Esta victoria cambió el rumbo de la guerra en el Pacífico, debilitando gravemente a la flota japonesa y dándole a los aliados una ventaja estratégica.
¿Cuándo se combatía en el cielo según las reglas de la caballería?
La primera guerra mundial fue el banco de pruebas de muchas nuevas armas y técnicas bélicas. Apareció, en efecto, un nuevo protagonista de la guerra: el avión.

Los primeros y frágiles aparatos de madera ya habían sido probados alguna vez por parte de los italianos en la campaña de Libia de 1911, pero sólo a partir del año 1914 empezó a adoptarse este medio en gran escala, para combatir al enemigo en un nuevo frente.
Todas las naciones beligerantes se dedicaron a la construcción de aparatos cada vez más potentes y rápidos, que presentaban batalla en los cielos con armas todavía rudimentarias.
Numerosas fueron las páginas de heroísmo escritas por los primeros aviadores militares que combatían en duelos tan leales, casi como en tiempos de la caballería.
Todas las naciones tuvieron sus ases y sus héroes: Italia tuvo a Francesco Baracca, Inglaterra a Edward Mannock, los Estados Unidos a Edward Rickenbaker.
Pero el más célebre de todos ellos fue el as alemán Richthofen, más conocido como el Barón Rojo, porque casi siempre combatía con un Fokker.
En tres años de combates aéreos obtuvo nada menos que 80 victorias, aunque acabó siendo abatido por el fusil de un soldado de infantería.
Transcurridos cuatro años de guerra, la industria aeronáutica había realizado progresos sorprendentes: 250 proyectos de modelos distintos, y 16.000 aviones construidos.
Los portaaviones marcaron el rumbo de la guerra
El atolón de Midway, situado en el centro del Pacífico, no es más que un pobre pedazo de tierra sin importancia alguna.
Y, sin embargo, su conquista provocó una batalla que tuvo lugar entre el 4 y el 5 de junio de 1942 y que fue decisiva para el desenlace de la guerra del Pacífico.

Resueltos a desbaratar la flota norteamericana, los japoneses pusieron rumbo a Midway con una imponente flota de portaaviones, acorazados, cruceros y otros formidables medios bélicos.
Las fuerzas norteamericanas eran inferiores, pero disponían de una ventaja: conocían el código secreto japonés y estaban, por consiguiente, en condiciones de saber las intenciones del enemigo.
Entre ambas flotas no se intercambió ni un solo disparo de cañón. La batalla fue librada a distancia, por los aviones embarcados.
Los norteamericanos lograron llegar hasta el enemigo antes de que los japoneses tuvieran tiempo de despegar, y ello significó la victoria.
Sobre los puentes de los buques se desencadenó un infierno de bombas, gasolina, torpedos, aparatos. Todo estalló en un torbellino de fuego y humo.
Por la noche, cuatro portaaviones japoneses se habían ido a pique. El almirante nipón Nagumo intentó atacar con los cañones, pero el intento resultó vano: sus fuerzas estaban demasiado desperdigadas.
No quedaba más remedio que ordenar la retirada. Los norteamericanos se vieron dueños del mar y, a partir de aquel momento, pudieron empezar a recuperar el terreno perdido en la zona del pacífico.
Los portaviones habían demostrado que su importancia estratégica tenía ya carácter decisivo.
Los aliados regresaron a Europa
El año 1944 se encuentra, al nacer, con una Europa controlada todavía por las tropas alemanas.
Los aliados han desembarcado en Sicilia y están ascendiendo lentamente por la península italiana; los rusos han interrumpido la ofensiva de la Wehrmacht hacia el este.
Pero la clave del sistema continental alemán, es decir, Francia, se encuentra todavía en manos de Hitler. Tras largas consultas, los aliados deciden desembarcar en Normandía.
El desembarco se proyecta con gran abundancia de medios, ya que sólo así podían ser vencidas las fortificaciones costeras alemanas, que formaban la famosa atlántica.
La operación, denominada en clave Overlod, se inició la noche del 5 al 6 de junio de 1944 con el lanzamiento de paracaidistas y planeadores.
El desembarco propiamente dicho empieza al amanecer: intervienen en él 700 buques de guerra y 4.366 medios de desembarco, bajo la protección de una enorme flota aérea.
Al llegar la noche del primer día, y a pesar de la desesperada resistencia enemiga, han conseguido desembarcar 150.000 hombres con carros y artillería.
Sin embargo, será sólo al cabo de cuatro días de violentos enfrentamientos cuando el general
Rommel ordene la retirada de las tropas alemanas.
Fue así como derrotaron los bombarderos a los cazas
En el largo duelo entre armas ofensivas merece recordarse el enfrentamiento entre bombarderos y cazas.
Teóricamente, el aparato que defiende su propio territorio se encuentra en neta ventaja, incluso desde el punto de vista estrictamente aeronáutico.

En efecto, no se verá obligado a llevar consiguo una pesada provisión de carburante, la carga ofensiva se limitará al mínimo suficiente para destruir algunos aparatos adversarios, y la tripulación podrá reducirse a un solo hombre.
El bombardero, por el contrario, precisa de carburante para un largo viaje, de una numerosa tripulación para hacer frente a las distintas necesidades, y de una nutrida provisión de bombas y ametralladoras distribuidas por todo el aparato, porque será el caza el que escogerá por dónde atacar.
Y, sin embargo, hubo un bombardero que, a pesar de todas estas limitaciones, consiguió volar a mayor altura que todos los cazas adversarios y a una velocidad casi igual.
Este aparato fue el Boeing B-29A Superfortress. Fue construido por los norteamericanos y voló por primera vez en septiembre de 1942.
Dos años más tarde, dichos aparatos fueron empleados contra el Japón causando grandes destrozos y ruinas.
Desde un aparato de éstos, el Enola Gay, se arrojó la primera bomba atómica sobre Hiroshima.